Escribir es una odisea, un gozo; redactar un artículo académico -donde la imaginación y la invención creativa deben sujetarse a un método -, se traduce en admitir un objeto de estudio, una estructura compositiva bien definida, en lograr una investigación sensata basada en evidencia científica, en datos y verificación constante.
Para mí, alcanzar este cometido fue tarea difícil, pues aunque estoy enamorada de la escritura -sobre todo en su género literario-, porque debía organizar en pocas hojas un tema que me inundaba de reflexiones, de planteamientos que posiblemente podían ser dibujados a lo largo de mis letras. Empero, había que delimitar los argumentos que se impregnarían en el curso de mi Capítulo (sustentarlos a través de una búsqueda de fuentes de información sólidas)
De esta forma, y con la división taxativa del escrito decidida, me inmiscuí en la tarea de explorar -en fuentes nacionales e internacionales- las preocupaciones que se esconden detrás del Objetivo 5: Igualdad de Género de la Agenda 2030. Fue un viaje extraordinario; yo soy una apasionada sobre los temas de perspectiva de género, por lo cual, la redacción fluyó bastante auténtica, a ritmo cadencioso.
A pesar de que algunos días la disciplina se sostenía fuertemente de mi silla y me custodiaba por varias horas mientras estaba sentada en mi escritorio, aparecían otras jornadas no tan productivas; para mí, fue un enorme reto calificar la información, los documentos que sí fueran influyentes en mi texto y que además, pudieran compaginar su contenido con el propósito de todo el Libro. Esos días eran agobiantes: el tiempo pasaba y la mente me perseguía. Pese a tales adversidades -por cierto, estoy segura que son historias compartidas entre las personas que escriben- intenté organizar el cúmulo de ideas y volver a las letras. También, a quien lea esta experiencia, deseo compartirle una recomendación: redactar en puño y letra lo que sea que deban componer (artículos, capítulos, ensayos) facilita sobremanera el proceso de escritura ya que permite serenar las revoluciones ingeniosas para bajarlas al pragmatismo.
Gracias querida co-autora: Fernanda Sánchez Moreno, por la invitación a tu espacio; por ser una joven enérgica y proactiva. Les invito a escribir mucho y a leer nuestro Libro “Agenda 2030: Una visión desde las juventudes”, lleno de reflexión.
Adriana Venegas Plasencia. Estudiante de 10º Semestre en la Facultad de Derecho de la UNAM y becaria de la Dirección General de Cooperación e Internacionalización (DGECI) de nuestra Máxima Casa de Estudios al llevar a cabo un período de movilidad en la Sapienza Universitá di Roma.