En el ámbito político los eventos en congresos, plazas, instituciones y espacios privados nunca faltan; presenciamos desde inauguraciones, mítines, ponencias, hasta desayunos con la militancia pero todo ello ¿Para qué?.
No es secreto que los eventos si bien tienen una temática que pretende abordar una problemática o generar un cuestionamiento, también sirve para mostrar músculo político ante los demás líderes. En algunas ocasiones es para impresionar a un líder arriba de quién lo realiza y que gracias a ello le empiecen a considerar para más proyectos y oportunidades, otras veces para posicionarse y resaltar o en otros casos para demostrar poder ante un líder opositor.
El problema con este doble propósito es que termina siendo lo principal, resultando en cientos y cientos de eventos simplones, que no llevan a nada en concreto; muchísimas ideas, propuestas y soluciones dadas principalmente por el sector juvenil que terminan en el aire y no salen más allá del auditorio donde fueron vertidas.
Es entendible que un nuevo dirigente caiga en el error de vez en cuando pero irá aprendiendo y deberá pasar de un activismo burgués a realmente generar un cambio, sin embargo es inconcebible que líderes con años en la política e incluso ostentando la titularidad de un cargo público, toda su acción política sea generar imagen pública pero en el fondo hacer poco o nada.
Quiero puntualizar que con generar un cambio o hacer algo, no me refiero necesariamente a realizar gestiones o tomar acciones radicales sino darle seguimiento y continuidad al proyecto que plantea el evento para que tome fuerza la causa social que tiene de fondo y eventualmente se vea todo materializado.
Es entonces cuando resalta la importancia de no convertir en vicio las actividades y evitar a toda costa convocar por convocar si no existe una verdadera razón para ello y que vaya más allá de construir imagen política. Al final del día, si el evento verdaderamente tiene impacto social entonces será lo suficientemente memorable para seguir siendo tema de conversación por un buen tiempo aunque después no se esté muy activo.
Siendo así, es importante innovar las actividades que se realizan ¿De verdad se puede hacer un cambio solamente escuchando ponentes? Claramente no, por ello recomiendo a los líderes la incorporación de mesas de trabajo, promoción de las capacitaciones políticas, el diálogo con autoridades y cualquier otra actividad que comprometa a seguir en la lucha que se plantea, para que terminando el conversatorio o foro, la audiencia y quienes lo realizan no se queden con la sensación vacía de “Bueno ¿Y ahora qué?”