A poco más de 2 semanas para la celebración de las elecciones en México este 2024, con la votación de varios espacios representativos a nivel federal y local, uno de los aspectos más interesantes se presenta en relación con los «Organismos Públicos Locales» en materia electoral, conocidos coloquialmente como «OPLES», derivado de que su desaparición formal, ha sido objeto de debate constante en los últimos meses.
En este sentido, resulta muy llamativa la reacción que tendrán estos entes, en sus, ya casi nulas actividades a realizar en elecciones, pues desde lo derivado en la reforma al INE en 2014, de la cual se realizó una concentración casi absoluta de la organización y realización de los procesos electorales, dejando casi obsoletos a los «OPLES».
Más allá de entrar a debatir sobre esa cuestión, resulta interesante razonar que los entes, no solo son la institución, hablando de los «OPLES», encontramos miles de personas, cuyo sustento no solo propio, sino también familiar, esta a merced de la voluntad o contexto politico de las diversas discusiones en nuestra sociedad.
Este problema, no es nuevo, en toda la historia del Estado Mexicano han desaparecido instituciones de la noche a la mañana, bastando un par de firmas, familias enteras han terminado desamparadas, de un momento a otro y en muchas ocasiones por cuestiones politicas que pudieron haber sido ejecutadas de una forma mucho más amable con sus propios funcionarios públicos.
En la mayoría de estas situaciones, la reflexión pública sobre la desaparición de los entes e instituciones gubernamentales, se aísla de los efectos sobre sus trabajadores, se piensa que solo se desaparece la institución y se omite por completo el factor humano de la ecuación, siendo el futuro de estas personas, la menor de las preocupaciones en estas decisiones.
Es entonces, que uno podría reflexionar, cual es el papel que desempeñan las personas trabajadoras en estos entes, sabedoras de que si una fuerza política obtiene cierto apoyo, su trabajo y salario, seguramente desaparecerían. ¿Será que inclusive afecten su rendimiento en favor de la fuerza política que no busca desaparecer su instituto? O será que simplemente se mantienen al margen y esperan pacientemente la mejor resolución.
Más allá de conjeturar y asumir situaciones, es necesario que se comience a valorar una especie de seguro social para este tipo de casos, que las personas que hacen un esfuerzo por trabajar para el Estado Mexicano no estén a expensas del panorama politico, que creemos una corriente de mejora y optimización del Gobierno Mexicano que no considere a sus trabajadores y trabajadoras como desechables.