La autonomía, entendida como la capacidad de manifestar la propia voluntad en la toma de decisiones es algo que actualmente se ha visto vulnerado en nuestra sociedad. Independientemente del contexto social, este aspecto de restringir la autonomía individual ha sido una herramienta de promoción de ideologías de odio y de vulneración social.
Más, ¿de donde nace la autonomía?, quizá es producto de la moral, pero también brota de la educación, y es que ¿Cómo puede ser autónomo alguien que en su vida se ha mantenido en una burbuja aislada?, por educación no me refiero solamente a la instrucción académica, sino a la enseñanza que aportan diversos aspectos de la vida, por que conocer de esa pluralidad de aspectos nos permite identificar aquello en lo que mejor nos podemos desarrollar.
Los límites de la autonomía radican en la libertad del otro, nuestra autonomía es de provecho, cuando a nosotros otorga una ventaja sin necesidad de perjudicar o depender de un tercero. La autonomía positiva es aquella que aporta una consecuencia benéfica en nuestra persona o intelecto, por que cualquier individuo pudiera tomar decisiones, más no siempre serán en beneficio del mismo. La autonomía negativa, también va de acorde a la facultad de decidir por sí mismo, más esas decisiones no serán benéficas a la persona. En ambas modalidades de la autonomía existe un factor compatible; la libertad.
La libertad es el fundamento de la autonomía, por que ser libre no es hacer lo que se desea siempre, sino hacer aquello que dentro de nuestra esfera no perjudica a terceros, la libertad es el eje rector de la toma de decisiones, y las decisiones que se basan en la propia voluntad, sin afectar a terceros, son la expresión del deseo interno de cada individuo en sociedad, que pretende ejercer su libertad dentro del respeto a la libertad de un tercero universal e indeterminado.