En medio del fervor y la expectativa que rodean a las elecciones de 2024, se
muestran perfiles políticos que despiertan dudas sobre su idoneidad para ocupar
cargos de elección popular. En un contexto donde la estrategia y la influencia son
clave, es esencial reflexionar sobre las decisiones que se toman en la conformación
de las candidaturas.
El proceso electoral trasciende la mera competencia; se trata de una contienda
donde convergen proyectos, visiones y estrategias distintas. En cuatro años de
carrera mis profesores repetían en varias ocasiones que las estrategias electorales
deben ser parecidas a las estrategias clave de una guerra bien definida, llevándome
a las enseñanzas del «El Arte de la Guerra» de Sun Tzu que cobran especial
relevancia, recordándonos la importancia de comprender el pensamiento del
adversario para anticiparnos y reaccionar de manera efectiva
Es por ello que las instituciones partidistas no piensan con claridad en algunos
casos, puesto que se observan cómo se asignan candidaturas a personas cuyos
perfiles no se ajustan adecuadamente a las demarcaciones territoriales que
pretenden representar. Por ejemplo, Alessandra Rojo De La Vega, postulada a la
alcaldía Cuauhtémoc por la coalición de partidos PRI, PAN y PRD, a pesar de su
experiencia más afín a la Miguel Hidalgo, enfrenta como contrincante a un perfil
fresco y propio de la demarcación territorial, como Caty Monreal, respaldada por los
partidos MORENA, PVE y PT. Esta situación genera un conflicto político tanto para
la coalición PRI, PAN, PRD como para la candidatura de la propia Alessandra, dada
la trayectoria más sólida y representativa de Caty Monreal. Otro ejemplo es el de
Dolores Padierna en Iztapalapa, cuando su histórico político se ha centrado en la
Cuauhtémoc, hubiera ayudado más una candidatura a diputación en su territorio de
oficio a uno donde la misma gente menciona el extrañamiento de verla ahí, estos
ejemplos generan cuestionamientos sobre la coherencia interna de los partidos al
escoger a las y los candidatos.
Es imprescindible que los partidos políticos actúen con responsabilidad y
coherencia en la selección de sus candidatos, considerando no solo la influencia
política inmediata, sino también la idoneidad y la representatividad real de cada
postulante. Solo así se podrá construir una democracia sólida y confiable, donde la
voz de la ciudadanía sea verdaderamente reflejada en sus representantes.
En estas elecciones, la ciudadanía espera no solo propuestas convincentes, sino
también una conducta ética o, al menos, transparente por parte de los partidos
políticos. Aunque parezca un desafío insuperable, y debido a esto se causa una falta
de confianza a las instituciones partidistas, es esencial aspirar a ello. Las decisiones
tomadas en la asignación de candidaturas deben reflejar un compromiso genuino
con el bienestar común y el fortalecimiento de la democracia. Solo así podremos
avanzar hacia un sistema político mas coherente en el aspecto de la toma de
decisiones.
-Ximena Resendiz
