La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) nos dice que toda persona
tiene derecho a la libertad de expresión y pensamiento. De igual manera, la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en sus artículos 6° y 7°,
alude a esta libertad, incluyéndola en nuestras garantías individuales.
De este modo, al hablar de libertad de expresión en México, automáticamente
pensamos en la prohibición, la censura y el castigo.
De acuerdo con el Índice Global de la Impunidad del CPJ, México ha sido nombrado
como uno de los peores países para ejercer el periodismo, debido a que las
amenazas y homicidios han ido en aumento.
Según la investigación de 2023, se registraron 261 casos de periodistas asesinados
en un periodo que va desde el 1 de septiembre de 2013 hasta el 31 de agosto de
2023, reflejando así una tasa de impunidad equivalente a un 78%, pues hay casos
que no han sido investigados o reportados.
Practicar el periodismo en el país, el investigar e informar sobre temas “delicados”
como lo son el crimen organizado, la trata de personas, la corrupción, etc., se ha
convertido en una gran amenaza; no sólo se atenta contra la vida del o de la propia
periodista, también se atenta contra sus familiares o personas más cercanas.
Aparte de la violencia que se ejerce en el periodismo, también se manifiestan otros
factores que afectan directamente, entre ellos tenemos: La precariedad laboral, es decir, salarios bajos, alta carga de trabajo, falta de seguridad social, entre otros;
presión política y económica; falta de espacios publicitarios; censura.
Al leer las investigaciones y conocer los datos sobre estos casos, nos preguntamos
cómo podemos combatirlo. La OEA, Organización de los Estados Americanos, nos
plantea tres deberes especiales: Prevenir, Proteger y Procurar Justicia. Se resumen
en acciones de prevención donde se practican discursos públicos, instrucciones a
fuerzas públicas, reserva de fuentes de información y demás; el Estado debe
proteger a periodistas en peligro; el Estado debe investigar juzgar y sancionar a los
responsables.
Sin embargo, esto va más allá, sobre todo en México donde la corrupción y
la impunidad son el pan de cada día.
-Fernanda Atempa Valencia
